No es fácil elegir las palabras adecuadas para redactar experiencias como Níjar 2012. No es fácil conseguir transmitir aquello que 7 dias, una semana como quien dice, han provocado en ti de manera lo suficientemente acertada como para que se entienda con exactitud y claridad, pero creo que se lo debo, a todos los que me han acompañado, y a los que gracias a testimonios como este puedan dar el paso de animarse a construir un mundo algo mejor.
Estaba a punto de empezar la semana y la desgana me invadía.. Un verano de no parar, la autoescuela, la universidad y otras cuestiones inundaban mi cabeza. Por qué me había comprometido? No podía hacerlo en otro momento?. A pesar de todo el billete estaba comprado y ya no había marcha atrás así que decidí disfrutar al máximo de aquello que allí me esperara y dejarme llevar.
Un grupo formado por siete personas más me acompañaría y me causaba bastante intriga la relación que tendríamos durante la semana ya que cada uno procedía de su propio mundo. Parece el "típico tópico" decir que poco más tarde las dudas que había tenido se habían borrado ya que el buen rollo, la conversación fluída y las bromas fueron una consante durante las 9 horas de viaje. Asi, de repente llegamos a ese lugar que guardaba tanto que descubrir y que sería nuestro hogar unos días.
A partir de ese momento las mammas (que es como llaman los inmigrantes a las mojas mercedarias) se encargaron de programarnos el trabajo, pero también de hacernos sentir lo más cómodos posible: el siguiente día empezaba el duro trabajo.
Ser voluntario no siempre es fácil, muchas veces tienes que hacer cosas que de verdad te cuestan, te cansan, incluso que te hacen heridas. Otras veces, como es mi caso llegas a sentirte inútil. El grave problema de espalda que padezco me impedía esforzarme demasiado a la hora de coger peso (bloques de hormigón) o de cavar para hacer los cimientos de una casa. Puede que brevemente me sintiera fuera de lugar, pero no.
Todo se aclaraba al llegar la noche, al poner todo en manos del que de verdad nos había enviado allí. En oración presentábamos a Dios nuestro día y compartíamos claves que Dios nos iba revelando. Gracias a esto sé a ciencia cierta que esa semana sin mí no hubiera sido lo mismo. También sé que al faltar alguno de mis compañeros, de las hermanas, de los inmigrantes, todo hubiera sido diferente. Pero también sé que el imprescindible en esta historia es aquel que nos elegió para estar ahí.
No se pudo exprimir más la semana. Las (breves) siestas eran un regalo preciado que nos daba fuerza después de una mañana de trabajo para la tarde. Pero, el testimonio y la alegría de aquellos a los qe "ayudábamos", la fuerza que veíamos en las hermanas (que por encima de todo son extraordinarias personas), el cariño entre nosotros y por supuesto la Palabra, eran nuestro verdadero alimento y nuestra verdadera fuerza.
No faltaron por supuesto los momentos de risa, de cante, de diversion, de cocina, de comida, no faltaron tampoco las anécdotas graciosas y curisosas, la "practica idiomas" para hablar con los inmigrantes..Y los momentos de descanso JUNTOS por la que ya era casi nuestra casa.
Me siento una afortunada por haber compartido, sentido, visto.. en definitiva, haber vivido una realidad como la de Níjar, en que, tras la tristeza de la intolerancia, la pobreza y el desarraigo, aparece una luz que ilumina mucho mas que cualquier foco, que da la esperanza de un mundo mejor a cualquiera y que invitan a todos a aportar su granito de arena a este mundo tan imperfecto en que vivimos.
Con muchas acciones pequeñas se verá un gran cambio. ¿ALGUIEN ME AYUDA A CAMBIAR EL MUNDO?
Estaba a punto de empezar la semana y la desgana me invadía.. Un verano de no parar, la autoescuela, la universidad y otras cuestiones inundaban mi cabeza. Por qué me había comprometido? No podía hacerlo en otro momento?. A pesar de todo el billete estaba comprado y ya no había marcha atrás así que decidí disfrutar al máximo de aquello que allí me esperara y dejarme llevar.
Un grupo formado por siete personas más me acompañaría y me causaba bastante intriga la relación que tendríamos durante la semana ya que cada uno procedía de su propio mundo. Parece el "típico tópico" decir que poco más tarde las dudas que había tenido se habían borrado ya que el buen rollo, la conversación fluída y las bromas fueron una consante durante las 9 horas de viaje. Asi, de repente llegamos a ese lugar que guardaba tanto que descubrir y que sería nuestro hogar unos días.
A partir de ese momento las mammas (que es como llaman los inmigrantes a las mojas mercedarias) se encargaron de programarnos el trabajo, pero también de hacernos sentir lo más cómodos posible: el siguiente día empezaba el duro trabajo.
Ser voluntario no siempre es fácil, muchas veces tienes que hacer cosas que de verdad te cuestan, te cansan, incluso que te hacen heridas. Otras veces, como es mi caso llegas a sentirte inútil. El grave problema de espalda que padezco me impedía esforzarme demasiado a la hora de coger peso (bloques de hormigón) o de cavar para hacer los cimientos de una casa. Puede que brevemente me sintiera fuera de lugar, pero no.
Todo se aclaraba al llegar la noche, al poner todo en manos del que de verdad nos había enviado allí. En oración presentábamos a Dios nuestro día y compartíamos claves que Dios nos iba revelando. Gracias a esto sé a ciencia cierta que esa semana sin mí no hubiera sido lo mismo. También sé que al faltar alguno de mis compañeros, de las hermanas, de los inmigrantes, todo hubiera sido diferente. Pero también sé que el imprescindible en esta historia es aquel que nos elegió para estar ahí.
No se pudo exprimir más la semana. Las (breves) siestas eran un regalo preciado que nos daba fuerza después de una mañana de trabajo para la tarde. Pero, el testimonio y la alegría de aquellos a los qe "ayudábamos", la fuerza que veíamos en las hermanas (que por encima de todo son extraordinarias personas), el cariño entre nosotros y por supuesto la Palabra, eran nuestro verdadero alimento y nuestra verdadera fuerza.
No faltaron por supuesto los momentos de risa, de cante, de diversion, de cocina, de comida, no faltaron tampoco las anécdotas graciosas y curisosas, la "practica idiomas" para hablar con los inmigrantes..Y los momentos de descanso JUNTOS por la que ya era casi nuestra casa.
Me siento una afortunada por haber compartido, sentido, visto.. en definitiva, haber vivido una realidad como la de Níjar, en que, tras la tristeza de la intolerancia, la pobreza y el desarraigo, aparece una luz que ilumina mucho mas que cualquier foco, que da la esperanza de un mundo mejor a cualquiera y que invitan a todos a aportar su granito de arena a este mundo tan imperfecto en que vivimos.
Con muchas acciones pequeñas se verá un gran cambio. ¿ALGUIEN ME AYUDA A CAMBIAR EL MUNDO?
POR MAMEN JIMENEZ
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