lunes, 9 de marzo de 2015

“El alma se aferra a un sueño, y el sueño mueve las barcas”

                                                                                        A tí que estas sentado en tu sillón…

  Menos de una semana ha pasado desde que comenzó una de las mejores semanas de nuestras vidas. Todo empezó un 22 de febrero, cuando con muchos nervios e ilusión nos montamos en un tren rumbo a San Isidro de Níjar. Ese día no éramos capaces de imaginarnos todo lo que íbamos a vivir en esa semana, sentíamos miedo, inseguridad y más curiosidad que fe.
Durante cinco largas horas de tren, tuvimos tiempo para ir conociéndonos un poco las 16 personas que íbamos a compartir esta experiencia, sin ser conscientes de que en menos de una semana, nos convertiríamos en una pequeña gran familia.
Llegamos a Nijar, y allí nos esperaban lo que parecían unas simples mojas, las hermanas Mercedarias, o eso pensábamos nosotros. Estas cinco mujeres entregan su vida diariamente al servicio de los demás, pero no de una forma corriente; ellas visitan a muchos inmigrantes, les ayudan a limpiar y pintar sus casas, les ofrecen clases y a muchos les han conseguido una vivienda o incluso un trabajo y teniendo siempre las puertas de su casa abiertas, en cualquier momento, a cualquier hora. Han llegado a ser rechazadas muchas veces por el pueblo, por el simple hecho de ayudar a los inmigrantes, o mejor dicho a los “morenos” como allí les llaman, pero ellas nunca se han dado por vencido. Para los morenos son como unas madres, cada vez que les hablábamos de ellas se les iluminaban las caras, y solo tenían buenas palabras sobre ellas. Son su familia y su mayor apoyo aquí en España.
Los días iban pasando y nuestras ganas de quedarnos allí aumentaban cada vez más, los morenos nos han abierto sus “casas”, nos han ofrecido todo lo que tenían y siempre con una sonrisa de oreja a oreja, como si no tuviesen ninguna preocupación. Ellos nos han enseñado el verdadero sentido de la alegría de vivir, nos han enseñado la realidad de nuestro mundo, ese que no sale en las noticias ni en los periódicos, ni revistas…
Viven cada día con EL SUEÑO DE LA ESPERANZA, con ganas de vivir y seguir peleando por su dignidad, buscando tener mejores condiciones que las que tienen en su país a pesar de enfrentarse a esto solos, dejando allí a su familia. Teniendo siempre para nosotros una sonrisa, una broma o cualquier palabra amable. Esto es una de las cosas que más nos sorprendió, como siguen teniendo esas ganas de salir adelante, después de todo lo que han pasado y lo que están pasando actualmente.
Y sobre todo la manera que han tenido de abrirse ante nosotros, de contarnos como han llegado hasta España, y de responder muchas más preguntas que hacíamos y que les podían resultar incómodas.
En definitiva, nos han enseñado a ver la vida desde otro punto de vista lleno de ESPERANZA, FUERZA Y FE. Porque gracias a los morenos hemos sido capaces de darnos cuenta de la suerte que tenemos. Pero a la vez hemos descubierto lo desagradecidos que somos muchas veces. Nos hemos sentido hipócritas en algunos momentos, nos hemos sentido cuestionados y dolidos con actitudes y pensamientos que tuvimos en el pasado.
Llegó el ultimo día, y con él las lágrimas y los agradecimientos, agradecimientos a Dios por habernos regalado a Mamadu, a Osman, a Abraham, a mama chunga, a Roger, a mama Puri, a Fal... Y a todos los que han pasado por nuestro camino porque en ellos hemos sido capaces de encontrarnos con Él. Y gracias también a ese grupo, que a día de hoy, podemos aseguraros que es nuestra segunda familia.
Por último querríamos acabar este artículo con una pregunta: ¿por qué rechazamos a los que huyen del sufrimiento?


Quizá no podamos cambiar el mundo, pero aquí están nuestras dos manos.








Por: Yolanda Ruiz y Carmen Méndez

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